Aurora Cuadra González
Profesora de Matemáticas
IES Manuel Cañadas
Cuando las
cabezas de las Mujeres se juntan alrededor "del fuego"
Alguien me dijo que
no es casual... que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el
camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia
de los mundos fuimos del mismo clan. Pasan las décadas y al volver a recorrer
los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi
tierra personal.
Valientes, reidoras
y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa,
consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la
cocina, cantautoras de canciones de cuna.
Cuando las cabezas
de las mujeres se juntan alrededor de "un fuego", nacen fuerzas,
crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan,
crean, unen, desunen, entierran, dan vida, refunfuñan, se conduelen. Ese fuego
puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un
colegio, el lugar donde jugábamos en la infancia, el salón de una casa, el
corredor de una facultad, una cerveza en el parque, la señal de alarma de que
alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en
la casa de las otras. Las de adolescentes después de un baile, o para
preparar un examen, o para cerrar una noche de cine. Las de "vente el
sábado" porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar
música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse. Las de adultas, a veces para
asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos
desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay
un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por
las meras ganas. El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25
era de una vejez no imaginada...y sin embargo... detrás de cada una de
nosotras, nuestros ojos.Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos.
Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos
enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía
la pena. Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar. Nos
casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no.Creímos morirnos muchas veces, y
encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Bailamos con un hombre, pero la
danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar. Pasamos
noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras.
Noches de miles de estrellas y noches desangeladas. Hicimos el amor, y cuando
correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas
e inevitablemente, herimos. Entonces... los cuerpos dieron cuenta de esas
lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos
hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar. Porque
juntas construimos nuestros propios cimientos.Somos más sabias, más hermosas,
más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna
manera, más salvajes. Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo
sabíamos.Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor "del
fuego" que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, hay aquelarre,
misterio, tormenta, centellas y armonía. Como siempre. Como nunca. Como toda la
vida.
Simone Seija Paseyro. Escritora Uruguaya
Os dejo tambien el texto en video
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